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In this audio from an expression session, Frances and Sue speak about relying more on their intuitive sense when guiding community members, and not so much on what the eyes and ears report.
Jesus has this to say about the effectiveness of our senses as a basis for forming a judgment:
“You do not seem to doubt the world you see. You do not really question what is shown you through the body’s eyes. Nor do you ask why you believe it, even though you learned a long while since your senses do deceive. That you believe them to the last detail which they report is even stranger, when you pause to recollect how frequently they have been faulty witnesses indeed! Why would you trust them so implicitly? Why but because of underlying doubt, which you would hide with show of certainty?
“How can you judge? Your judgment rests upon the witness that your senses offer you. Yet witness never falser was than this. But how else do you judge the world you see? You place pathetic faith in what your eyes and ears report. You think your fingers touch reality, and close upon the truth. This is awareness that you understand, and think more real than what is witnessed to by the eternal Voice for God Himself.”
“Can this be judgment? You have often been urged to refrain from judging, not because it is a right to be withheld from you. You cannot judge. You merely can believe the ego’s judgments, all of which are false. It guides your senses carefully, to prove how weak you are; how helpless and afraid, how apprehensive of just punishment, how black with sin, how wretched in your guilt.”
A Course in Miracles, Workbook Lesson 151
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En este audio de una sesión de expresión, Frances y Sue hablan acerca de que confían más en su sentido de intuición al guiar a los miembros de la comunidad, y no tanto en lo que los ojos y los oídos reportan.
Jesus tiene esto que decirnos acerca de la efectividad de nuestros sentidos como base para formar un juicio:
“No pareces poner en tela de juicio el mundo que ves. No cuestionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo. Tampoco te preguntas por qué crees en ello, a pesar de que hace mucho tiempo que te diste cuenta de que los sentidos engañan. El que creas lo que te muestran hasta el último detalle es todavía más extraño si te detienes a pensar con cuánta frecuencia su testimonio ha sido erróneo. ¿Por qué confías en ellos tan ciegamente? ¿No será por la duda subyacente que deseas ocultar tras un alarde de certeza?
“¿Cómo ibas a poder juzgar? Tus juicios se basan en el testimonio que te ofrecen los sentidos. No obstante, jamás hubo testimonio más falso que ése. Mas ¿de qué otra manera excepto ésa, juzgas al mundo que ves? Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan. Crees que lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad. Esto es lo que entiendes, y lo que consideras más real que aquello de lo que da testimonio la eterna Voz que habla por Dios Mismo.
“¿A eso es a lo que llamas juzgar? Se te ha exhortado en muchas ocasiones a que te abstengas de juzgar, mas no porque sea un derecho que se te quiera negar. No puedes juzgar. Lo único que puedes hacer es creer en los juicios del ego, los cuales son todos falsos. El ego dirige tus sentidos celosamente, para probarte cuán débil eres, cuán indefenso y temeroso, cuán aprehensivo del justo castigo, cuán ennegrecido por el pecado y cuán miserable por razón de tu culpabilidad.”
LECCIÓN 151
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